Es una noche de invierno: tormentosa, fría, con relámpagos que ponen los
pelos de punta. Tres chicos, Sofía,
Manuel y Lucía, se juntan para ir a
buscar una película que les erice la piel. En el camino descubren una caja escondida
entre las hojas secas del piso. Muy mojada, llena de barro, parece que está ahí
tirada desde hace miles de años.
Regresaron a la casa y se pusieron a leer unos
papeles que estaban dentro de la caja. Aunque los encontraron un poco
humedecidos, en todos se podía leer lo mismo: “Nadie sobrevive hasta el final
de la película”. Sin pensarlo dos veces, creyeron que fue una broma y decidieron
ver la película. Al instante, comenzaron a titilar las luces y segundos más
tarde se apago la luz. Esa noche nadie pudo dormir. Los chicos veían sombras
deformes, que les hacia acordar a sus pesadillas. Comenzaron a escuchar ruidos
de ventanas, el rechinar del piso y escuchaban voces. Manuel era el más
asustado. Su inseguridad hacía que las chicas se asustaran, pero ellas lo animaban
para tranquilizarlo.
Hoy, se despiertan en
un lugar muy oscuro lleno de niebla. Enfrente hay un
vidrio gigante y del otro lado, la mamá de los chicos que los está buscando. Al
instante los chicos se dan cuenta de que estaban dentro de la televisión.
Gritan y gritan y gritan. Pero nunca los encontrarán…