Vecino rompe balcón de vecina
La Sra. Ema Díaz le hará juicio a su vecino Ramón González porque le rompió el balcón cuando quiso enamorarla con una canción de mariachis. Uno de los juicios más raros de toda la historia aunque ha habido algunos que lo superaron. El insólito hecho ocurrió en un edificio muy conocido y antiguo de Quilmes en la calle Videla entre Paz y Pringles. Este extraño hecho será recordado por todo el partido de Quilmes pero principalmente por Ema, una joven de 18 años que se había ido a vivir sola a la antigua construcción, y Ramón , un anciano de aproximadamente 85 años que vivió siempre en el edificio.
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Imagen del balcón roto |
El hecho se produjo
cerca del mediodía. Eran aproximadamente entre las 11:00 y las 12:00; nuestra
protagonista estaba apreciando las nubes y el canto de los pájaros que aparecían
por su balcón, cuando le agarró hambre y se fue al supermercado de la otra
cuadra. Cuando estaba abriendo la puerta para ir a comprar, notó ruidos extraños por la zona de la cocina y el
living. Por si fuera poco la juguetona puerta se trabó. Asustada, corrió al
balcón pidiendo ayuda. Desafortunadamente, en el lugar donde estaba no la
escuchaba nadie. De repente, en ese momento, escuchó una música, pero no
cualquier música sino de, ¿Mariachis? se preguntó la sorprendida
mujer. Sí, los cantantes mexicanos tan conocidos, acompañados por su vecino
Ramón que, lentamente y al ritmo de la música se iba acercando a ella. Ema le pidió que
se alejara y que no le parecía gracioso. Él la iba alagando
con sus poemas mientras se iba acercando cada vez más. Entonces, Ema gritando
entro al del departamento y Ramón la siguió. Ema no tuvo más remedio que
empujarlo y, al hacerlo, rompió una parte del costado del balcón. Ramón se fue con sus mariachis mientras Ema le gritaba que le iba a hacer juicio.
El juicio
Ema y Ramón se cruzaron
las caras otra vez en el juicio, en el que la mujer presentó como testigos a
los mariachis. Y también se presentó a declarar una señora de la misma edad que
Ramón, que fue su novia, había visto un poco del final de la escena.
Con el paso de los días, Ema no quiso poner más evidencias porque
no quería que Ramón fuera encarcelado, entonces, por generosidad, el
anciano sigue libre.
Claro que cuando pudo, como buen caballero,
fue a saludar por última vez a su bella princesa y Ema no
lo recibió bien. Pero al menos, Ramón pudo pedirle perdón y el
Caballero se fue felizmente dejando en paz a su hermosa doncella. Llamó
al ascensor y rápidamente se fue sonriendo como hacen todos
los grandes triunfadores.